Tengo un secreto
Reto de escritura.
Premisa 2: Escribe una historia sin un solo adverbio -mente.
Tengo un secreto. Me gusta ser feliz. Me gusta hacerme caso cuando algo no es para mi. Me gusta decir no. Me gusta decidir que hacer con mi día. Me gusta ser libre para escoger que ponerme o qué decir. Pero como he dicho, es un secreto. Porque soy mujer.
Por eso cada martes, después de limpiar la casa, llevar a los niños a la escuela y hacer de comer, mis 3 amigas y yo, dejamos de ser mujeres solo por un par de horas.
Elegimos pantalones y chaquetas, nos quitamos el maquillaje y cambiamos los tacones por deportivas. Nos reunimos a las 11 en punto en una cafetería y pedimos unas copas. Hablamos de política , de religión, y hasta de fútbol. Repasamos las noticias del periódico y vamos a luego a jugar al billar, a los dardos o a pasear por el parque. Aveces, hasta se nos acerca alguna otra mujer buscado compañía. Pero no necesitamos nada, tenemos unas bonitas esposas esperándonos en casa.
Porque ese es nuestro mundo cotidiano, tenemos que ser buenas con nuestros maridos y educar a nuestras niñas a ser obedientes y serviciales. Tenemos que tener nuestra casa en orden y vernos impecables. Ojo con engordar o verse desaliñada, tu marido te puede abandonar. Entonces te quedas sola, en la calle y sin nada ni nadie. Esta prohibido enfermarse, tomar descanso o vacaciones. Ser mujer es un trabajo para toda la vida.
Pensareis que es absurdo, que en pleno siglo 21 la mujer es mucho mas que un florero bonito, que hay doctoras, abogadas y juezas. Que podemos hacer lo que nos propongamos. Pero no es nuestro caso. Venimos de familias cerradas de mente y corazón. En nuestro pequeño universo el cabeza de familia es todopoderoso, él manda y nosotras obedecemos. Sino el castigo puede ser terrible. Aveces alguna de nuestras conocidas ha intentado revelarse y la paliza ha sido tal que casi acaba en un ataúd en vez de en una cama de hospital. Cuando eso pasa, dejamos de salir por algún tiempo.
Pensareis que debo vivir en algún país mal llamado del tercer mundo o lleno de fanáticos religiosos. pero no, vivo en un país del que muchos están orgullosos de ser de los mejores y más seguros del mundo para vivir. Aquí las muertes de mujeres a manos de sus amantísimos maridos han dejado de ser noticia, no porque no haya, sino porque ya no son novedad.
Vivimos en una sociedad que nos sonríe y nos dice que no estamos solas, pero que no corre en nuestra ayuda si nos pegan en la calle. Mas bien saca el teléfono para grabarlo todo. Estamos tan indefensas que si no tenemos marcas no nos creen, por eso no denunciamos. Estamos solas y dormimos con el enemigo.
Por eso, decidimos que debíamos saber que se sentía ser como ellos. Los que nos tiene en su poder. Y duran 2 horas a la semana dejamos de ser María, Susana, Antonia y Lidia y nos llamamos Pablo, Andrés, Gonzalo y Manuel. Descubrimos que se sentía camiar sin temor a ser atacadas. A hablar sin tapujos de lo que nos de la gana y a ser nosotras mismas.
Dentro de una semana llegaran los papeles. Nos ha costado mucho dinero y poner en peligro todo nuestro mundo, pero pronto Manuel Montalban dejara de ser ficticio, hará las maletas y se llevará a sus hijos lejos, muy lejos. Donde nadie sepa que una vez fue mujer y que huye del hombre que debió, amarla, respetarla y cuidarla por el resto de sus días y hasta que la muerte los separe.
Premisa 2: Escribe una historia sin un solo adverbio -mente.
Tengo un secreto. Me gusta ser feliz. Me gusta hacerme caso cuando algo no es para mi. Me gusta decir no. Me gusta decidir que hacer con mi día. Me gusta ser libre para escoger que ponerme o qué decir. Pero como he dicho, es un secreto. Porque soy mujer.
Por eso cada martes, después de limpiar la casa, llevar a los niños a la escuela y hacer de comer, mis 3 amigas y yo, dejamos de ser mujeres solo por un par de horas.
Elegimos pantalones y chaquetas, nos quitamos el maquillaje y cambiamos los tacones por deportivas. Nos reunimos a las 11 en punto en una cafetería y pedimos unas copas. Hablamos de política , de religión, y hasta de fútbol. Repasamos las noticias del periódico y vamos a luego a jugar al billar, a los dardos o a pasear por el parque. Aveces, hasta se nos acerca alguna otra mujer buscado compañía. Pero no necesitamos nada, tenemos unas bonitas esposas esperándonos en casa.
Porque ese es nuestro mundo cotidiano, tenemos que ser buenas con nuestros maridos y educar a nuestras niñas a ser obedientes y serviciales. Tenemos que tener nuestra casa en orden y vernos impecables. Ojo con engordar o verse desaliñada, tu marido te puede abandonar. Entonces te quedas sola, en la calle y sin nada ni nadie. Esta prohibido enfermarse, tomar descanso o vacaciones. Ser mujer es un trabajo para toda la vida.
Pensareis que es absurdo, que en pleno siglo 21 la mujer es mucho mas que un florero bonito, que hay doctoras, abogadas y juezas. Que podemos hacer lo que nos propongamos. Pero no es nuestro caso. Venimos de familias cerradas de mente y corazón. En nuestro pequeño universo el cabeza de familia es todopoderoso, él manda y nosotras obedecemos. Sino el castigo puede ser terrible. Aveces alguna de nuestras conocidas ha intentado revelarse y la paliza ha sido tal que casi acaba en un ataúd en vez de en una cama de hospital. Cuando eso pasa, dejamos de salir por algún tiempo.
Pensareis que debo vivir en algún país mal llamado del tercer mundo o lleno de fanáticos religiosos. pero no, vivo en un país del que muchos están orgullosos de ser de los mejores y más seguros del mundo para vivir. Aquí las muertes de mujeres a manos de sus amantísimos maridos han dejado de ser noticia, no porque no haya, sino porque ya no son novedad.
Vivimos en una sociedad que nos sonríe y nos dice que no estamos solas, pero que no corre en nuestra ayuda si nos pegan en la calle. Mas bien saca el teléfono para grabarlo todo. Estamos tan indefensas que si no tenemos marcas no nos creen, por eso no denunciamos. Estamos solas y dormimos con el enemigo.
Por eso, decidimos que debíamos saber que se sentía ser como ellos. Los que nos tiene en su poder. Y duran 2 horas a la semana dejamos de ser María, Susana, Antonia y Lidia y nos llamamos Pablo, Andrés, Gonzalo y Manuel. Descubrimos que se sentía camiar sin temor a ser atacadas. A hablar sin tapujos de lo que nos de la gana y a ser nosotras mismas.
Dentro de una semana llegaran los papeles. Nos ha costado mucho dinero y poner en peligro todo nuestro mundo, pero pronto Manuel Montalban dejara de ser ficticio, hará las maletas y se llevará a sus hijos lejos, muy lejos. Donde nadie sepa que una vez fue mujer y que huye del hombre que debió, amarla, respetarla y cuidarla por el resto de sus días y hasta que la muerte los separe.
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